Hace algunos meses escribí unas líneas sobre la población Sos del rey Católico, en Zaragoza e indiqué que me quedaba pendiente el contar una bonita leyenda del vecino monasterio de Leyre, ya en Navarra.
La leyenda cuenta que Virila, abad del monasterio de Leyre, era un monje muy preocupado por entender el misterio de la eternidad. Por comprender cómo era posible vivir eternamente sin llegar a aburrirse y, por lo tanto, dejar de ser feliz. En aras de comprender dicho misterio, Virila pedía a Dios en sus oraciones que le diera la clave de su comprensión, la ayuda necesaria para poder desvelar la preocupación.
Monaterio de Leyre |
Al final llamó a una puerta del monasterio pero el monje portero le impidió el paso puesto que no conocía al que debía ser su abad. Virila tampoco reconoció al monje. Tanto insistió que le dejaron pasar y se fue integrando en la vida monástica sin entender cómo era posible que todos los monjes de Leyre le fueran desconocidos, y los mismos no le reconocieran a él. Pasado el tiempo un monje curioseando en los antiguos libros de historia de la congregación descubrió que hacía más de 300 años había existido un abad llamado Virila que desapareció en el bosque. Hecha la revelación cuando todos estaban reunidos en la sala capitular, se abrió la bóveda de la misma y una voz se dirigió a Virila diciéndole: "si tan pronto te pasaron los trescientos años escuchando el canto de un ruiseñor, imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo". De esta forma Virila comprendió el misterio de la eternidad. Un ruiseñor entra entonces por la puerta de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo coloca en el dedo del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria eterna.
Cripta de Leyre |
En los alrededores del Monasterio, tras un corto paseo, se encuentra la Fuente de San Virila.